Estoy indignada, muy indignada. Estaba preparando una entrada en la que tratar el dóping desde el punto de vista de que pequeñas dósis de sustancias tan cotidianas como el café, en cantidades parecidas a 6 tazas, suponen un positivo de dóping para un deportista,y me encuentro hoy con la noticia en la que se acusa a Marta Domínguez de suministrar sustancias dopantes a otros deportistas y de blanqueo de capitales. Eso siempre se ha llamado traficar, por Dios.
Y el Sr. Lissavezsky solicita la presunción de inocencia. Quédese en casa o vaya a hacer política y déjese de solicitar presunciones y actúe. Si quiere la presunción de inocencia, no guarde sustancias dopantes en su casa como para un regimiento. ¿Y para que narices quiere alguien muestras de sangre a menos de que sea un vampiro?
¿Se paran a pensar la imagen que tiene el resto del mundo de nosotros? Sí, de Desmandados y Tramposos. Para el resto de los mortales la vida continúa, las relaciones comerciales se debilitan, no tenemos templanza ni rigor en nuestra política, ni siquiera credibilidad porque nuestro gobierno todo lo hace de puntillas.
Qué estabilidad puede tener un país que paraliza los aeropuertos de medio mundo por una "Rebelión de lavanderas" a lo John Yeoman & Quentin Blake, (por cierto, librito infantil ilustrado por Quentin Blake muy gracioso de leer) que escenifica perfectamente el levantamiento de los controladores.
Enfoquen su política deportiva y sus Planes anticrisis de otra manera y no sustenten el tráfico de sustancias, las cuales, para su información, no se compran en las farmacias, las suministran médicos, médicos en contacto con el deporte de alto nivel y que están en contacto directo con los deportistas. Dedíquense a investigar y a meter mano, sí a meter mano y menos solicitar la presunción y abanderar causas perdidas, para ello están los Tribunales, que ponen a cada uno en su sitio.
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