¿Quien no recuerda esos artilugios que comprimían la respiración hasta el punto de faltar el oxígeno que utilizaban nuestras abuelas para parecer más delgadas? A lo largo de la historia se puede apreciar la necesidad del público femenino, sobre todo, de una necesidad extrema de apretar las carnes con el fin de mostrar una figura más estilizada. En los siglos pasados, los corpiños desempeñaban esa función, pasando a las bragas-fajas de nuestras abuelas y, con la evolución de la tecnología ahora encontramos fajas que adelgazan por sí mismas.
En inglés se les conoce como body shapers o girdles, son la versión moderna de las fajas. Tienen diseño cuidado y hasta sexy e incorporan una tecnología basada en los materiales que producen un efecto sauna con el contacto de tu propia piel que favorecen la sudoración. Existen distintos tipos de fajas, aunque las que más se conocen son las reductoras, que simplemente por el método de la presión recogen y simulan hasta dos tallas menos y las estéticas que moldean la figura debido al latex cubierto de cotton-lycra que produce un efecto calor que favorece la eliminación de toxinas mediante la sudoración.
Sin embargo, llevar faja no sustituye las rutinas de ejercicios necesarias para tonificar el abdomen o glúteos, la práctica de ejercicio es fundamental para conseguir los efectos deseados reductores. Una buena combinación de ejercicios controlados y de la utilización de la faja puede producir efectos estéticos, y al mismo tiempo, beneficios terapeúticos, sobre todo en lesiones lumbares y evitando luxaciones y dolores de espalda.
Por otro lado, el efecto constrictor puede causar problemas circulatorios si se llevan durante mucho tiempo y muy apretadas, pudiendo aparecer moratones o problemas circulatorios más complicados.
Por ello, debemos ser coherentes con su uso y no sustituir el ejercicio por el milagro de la braga-faja.
1 comentario:
como hago para saber el valor de esta
Publicar un comentario